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Gente de trabajo

SU NOMBRE ES PUEBLO DE CUBA

SU NOMBRE ES PUEBLO DE CUBA CARIDAD LAFITA NAVARRO

No importó madrugada a medias, ni el sol picante que ahora aguantan en medio de una plaza que se prolonga calle arriba, calle abajo, con el sudor y la cara radiante de millones que como yo, sólo pensamos en el bien del hombre. Nos enseñó esa alta figura, vestida de verde olivo que siempre vemos aunque no está: Fidel.
Que el veneno de las serpientes no quiera reconocer lo heroico, no es la primera vez. Que tergiversen en su guerra mediática lo que hacemos y queremos hacer, no es la primera vez. Esto ha ocurrido desde que se gestó la criatura en el vientre materno de una sierra y apenas dando pasos se alzó a la historia del siglo XX, un año 1959: revolución.
Nunca hemos ocultado escasez ni yerros. No somos una sociedad perfecta. Pero en todo afán hay una brújula: un mundo mejor.
Por eso la convocatoria desbordó los números. Por eso hay sonrisas de caras frescas y rostros ajados. Por eso hay un grito unánime contra el terror yanqui que quiere impunidad para seguir matando a los hijos de esta tierra madre.
Por eso estamos más que unidos, en plazas, calles, en los que están trabajando o de guardia o enfermos mirando la televisión. Porque esta obra sólo tiene un nombre, su nombre es pueblo de Cuba.

Julio: calor, alegría y festejos

Carta bien abierta a una colega en Paquistán

Carta bien abierta a una colega en Paquistán Mi colega y amiga Alina Lotti, está en un país que aún no imagino totalmente, en Paquistán, junto a las faldas lejanas del Monte Himalaya y con el calor de los médicos cubanos.
Alegre, optimista, tremenda profesional y persona, junto a sus dotes de buena madre de dos adolescentes, Alina ha visto con sus ojos las irreverencias de la naturaleza –cuando en minutos un terremoto acabó con todo--, pero ha conocido el agradecimiento de corazón del ser humano, cuando otro se acerca a aliviar sus males –a veces sin palabras, porque hay momentos en que los idiomas sobran, vamos a lo primario, a lo que nos distinguió en la familia sappiens, vamos al corazón--.
Tamaña tarea la de nuestros médicos y especialistas de la salud, la que conozco de cerca con realidad palpable en África y que mis otras colegas cercanas (¡otra Alina también!) experimentó en los campos de Guatemala, o Vivian encontró los contrastes en Mali. Es una de las razones para defender una Revolución.
Junto a Alina hay decenas de mujeres que tienen el bisturí y el estetoscopio como armas para pelear contra la muerte, exponentes de ese mayoritario porcentaje que hoy son las técnicas en Cuba. Magníficas trabajadoras, amigas, madres, esposas, hermanas…
Sé que hay momentos en que el “gorrión” se posa y una quiere espantarlo aunque sea tratando de descubrir la fórmula química que tendría esa piedra que se trata de tirar a la corriente de un río o desmenuzando un hilo para saber si la fibra es de algodón o sintética. A una la hala el barrio, el trabajo, los muchachos, papi y mami, el esposo o el novio… Se extraña el caminar por las calles, el mar siempre azul y hasta se siente nostalgia por el camello y su sempiterna larga cola. Alina añorará su “bebetica” y su barrio, por el cual no corre ningún arroyo que tenga el color del naranjo.
Pero somos mujeres de esta época. Mujeres de Cuba revolucionaria. Pensamos un poquito, los ojos se humedecen, se echa un suspiro –a veces, sin que se den cuenta--, nos sonreímos y palante.
Alina, no podía pasar este día sin saludarte: por el día de nosotras, las mujeres, y por el próximo 14, el de la prensa cubana.

¡Felicidades este 8 de Marzo, amigas!

Cubanas en la vida laboral

Fuerza, talento y amor son los componentes principales del aporte de las mujeres cubanas a la vida laboral, en la cual son protagonistas de una gran obra escenificada dentro de la propia Revolución.
Si acudimos a los números, encontramos resultados diametralmente opuestos entre el ayer y el hoy: en 1953 sólo el 17,6% de los ocupados eran mujeres, dentro de ellas el 30% vinculadas a las tareas domésticas. En el 2004 resultan el 38,2% de la fuerza de trabajo y el 65,8% de la categoría ocupacional técnica.
A IGUAL TRABAJO, IGUAL DERECHO
Aquí contamos con el pleno respaldo de la Constitución de la República, que preceptúa: "La mujer y el hombre gozan de iguales derechos en lo económico, político, social, cultural y familiar..." y que el Estado debe garantizar que se ofrezcan a la mujer las mismas oportunidades que al hombre, a fin de lograr su plena participación en el desarrollo de´l país basada en el principio de igualdad.
Con la legislación laboral hay una exquisita consideración de la mujer, a partir del propio Código de Trabajo,las actuales regulaciones sobre la maternidad de la trabajadora y otras normas legales dirigidas a preservar lo alcanzado por nosotras.
Si de derechos se trata, estos son iguales a los de los hombres. En fecha reciente, leía en una publicación femenina que en México aparecían muchas quejas entre las trabajadoras, porque con igual trabajo que ellos, reciben menos salarios. Esta discriminación, jamás prosperaría en nuestro país.
La CTC y sus sindicatos realizan acciones cotidianas para garantizar que trabajadores y trabajadoras laboren en un entorno sano, seguro y con facilidades que permitan mantener mayor motivación, disposición y resultados en sus tareas. Y para ello se apoya en un alto porcentaje mayoritario de mujeres en la dirección sindical de base.
MUJERES EN UN MUNDO ABIERTO
La pasada semana, culminó en Nueva York el encuentro de la Organización de Naciones Unidas que señaló la lejanía e incertidumbre de la igualdad de derechos de la mujer. Kofi Annan, secretario general de la ONU, alertó que el tráfico sexual y el aumento del SIDA bloquean la lucha por la igualdad femenina.
En medio de estos marcos no ideales viven millones de mujeres, entre ellas, las que consumen su salud en las condiciones paupérrimas de la maquila, las que tienen que vender su trabajo a precios ínfimos o las que se ven obligadas a la prostitución por no tener otra forma de encontrar sustento. También son millones las que no tienen nada, ni techo, ni trabajo y la vida se les hace un trillo cerrado.
Las cubanas tenemos nuestras dificultades: el bloqueo yanqui se ha ensañado con nosotras y meustra su agresiva cara en cualquier actividad que emprendamos, desde la limpieza del hogar, la cocina y el cuidado personal hasta nuestro trabajo cotidiano, al cual a veces llegamos con una sobrecarga adicional por las dificultades del transporte. Sin embargo, aquí estamos, como dice una admirada y admirable mujer, heroína del trabajo.
Nuestros escollos son diferentes porque pese al bloqueo, tenemos protección por nuestros derechos: trabajamos, estudiamos, ascendemos, tenemos igual salario por igual trabajo, cuidados médicos infinitos, una legislación que nos protege, respeto y respaldo de toda la sociedad. En fin tenemos una vida digna de una mujer que deja a su paso una huella imprescindible en la Revolución.